Tener una pareja en la que los novios no son de Cantabria, pero que son unos enamorados de la tierruca es muy bonito. La boda se celebró en La Casona de Soto Iruz, una preciosa finca con picadero, que es donde se cenó y bailo, un lugar con muchas posibilidades a nivel fotográfico. Nos hizo una tarde de película con una luz que todo fotógrafo de bodas pedimos. La novia se cambió en el Hotel Palacio del Mar, Santander